La vida cristiana está llena de paradojas, y hoy hablaremos de una más: la vida de un hombre trajo muerte a la humanidad, pero la muerte de Cristo, nos ha dado vida.

Esta sección de Romanos 5:12-21 se elabora con base en el relato de la caída en Génesis 3. A partir de los dos primeros capítulos de Génesis, aprendemos que Dios creó a Adán y a Eva y los colocó en un hermoso lugar donde tenían control de todo su medio y disfrutaban de una íntima y armoniosa relación entre sí y con su Creador. Para que esta situación se mantuviera así, todo lo que Adán y Eva tenían que hacer era obedecer el mandamiento de Dios de no comer del árbol prohibido, transgresión que los arrastraría a la muerte.

Pues bien, sucedió que cedieron a la tentación, y de inmediato comenzaron a experimentar las mortales consecuencias de su desobediencia. Se perdió la abierta relación que tenían con Dios y entre sí; ahora se escondían del Señor y de los demás, tratando de echarle la culpa a cualquiera menos a ellos mismos. Adán y Eva también perdieron el control sobre la creación. Lo que había estado sujeto a su gobierno se convirtió en fuente de conflicto y arduo trabajo. Se vieron expulsados del Paraíso, privados de su condición natural de inmortalidad y destinados a morir físicamente en un mundo hostil que, en lo adelante, estaría habitado por personas afectadas por la peor enfermedad de la que el ser humano jamás haya tenido conocimiento.

¿Cuál era esa enfermedad? El pecado. Es un mal que infecta a todo ser humano desde el momento mismo de su concepción, y lleva invariablemente a la muerte espiritual. Produce distanciamiento de Dios, de uno mismo, de otros, de la creación, de la vida física y, si actuamos descuidadamente, de la vida espiritual también.

«Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.» – Romanos 5:12

La biblia habla de 3 tipos de muerte:

  1. Muerte física: que es la del cuerpo
  2. Muerte espiritual: que es la separación de Dios a causa del pecado
  3. Muerte eterna: que es la separación eterna de Dios

Hoy la muerte espiritual reina en el mundo a causa del pecado de un solo hombre, pero la escritura presenta la cura para este mal y el verdadero remedio para la condición perdida de la humanidad y la depravación de la raza humana: la vida de otro hombre.

«Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.»  – Romanos 5:17 (NTV)

¡Qué gran promesa para los que aman a Cristo! Podemos reinar sobre el poder del pecado, Somos libre de la muerte espiritual y eterna. La vida eterna es nuestra ahora y por siempre.

La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado, pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios.  Entonces, así como el pecado reinó sobre todos y los llevó a la muerte, ahora reina, en cambio, la gracia maravillosa de Dios, la cual nos pone en la relación correcta con él y nos da como resultado la vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. (Romanos 5:20, 21 NTV)

Para quienes hemos creído y aceptado esta gracia maravillosa podemos disfrutar de VIDA ETERNA Y UNA RELACIÓN CORRECTA CON DIOS, además de contar con su ayuda para vencer el pecado, porque mientras vivamos en este cuerpo seguiremos pecando, pero el pecado ya no nos domina ni nos controla. Aunque lleguemos a experimentar la muerte física, tendremos vida abundante, vida plena, esperanza, perdón, amor incondicional, victoria sobre el pecado y la vida de Cristo en esta tierra y por la eternidad.

Todavía no somos como Cristo, pero esa es nuestra meta, ya somos salvos, pero todavía no somos completamente santos, ya somos justificados, pero estamos en el proceso de ser santificados, que es el cambio que Dios hace en nuestras vidas cuando crecemos en fe.

Para quienes no han creído ni aceptado esta gracia maravillosa solo hay desesperanza, incertidumbre, fracaso y muerte física, espiritual y eterna. Sin fe, es imposible agradar a Dios. Sin fe, la humanidad sigue perdida, el pecado sigue reinando, la desobediencia sigue multiplicándose, la culpa sigue condenando a muchos.

¿Te das cuenta la urgencia de compartir la vida de Dios? Tenemos la responsabilidad y autoridad como hijos de Dios de declarar que la muerte ha sido derrotada y que la vida y la justicia de Cristo reinan. ¡SI BIEN EL PECADO SE HIZO FUERTE, EL AMOR DE DIOS LO SUPERÓ!

Clama y declara: ¡que reine la gracia maravillosa de DIOS y el regalo de su justicia, que los haga justos y les dé vida eterna a través de Jesucristo! Tal y como lo ha hecho con nosotros.

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