Por Tirsa Noemi Gutiérrez

Seguramente has escuchado sobre Timoteo, no solo era un pastor joven, también llegó a ser un gran y leal amigo, y el más cercano a uno de los más reconocidos apóstoles en la Biblia: Pablo. Junto a él se fue de viaje a las misiones; junto a él sufrió, lloró, se equivocó, aprendió y creció. 

Más allá de su relación discípulo-maestro, existía una amistad y confianza tal que incluso Pablo lo reconoció frente a la Iglesia en Filipos:  

20 Nadie como él se preocupa de veras por el bienestar de ustedes, 21 pues todos los demás buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo. 22 Pero ustedes conocen bien la entereza de carácter de Timoteo, que ha servido conmigo en la obra del evangelio, como un hijo junto a su padre.

Filipenses 2:20-22

Pero es aún más interesante destacar lo siguiente del renombrado Timoteo: 

detrás de un gran hombre entregado a Dios, 
detrás de un gran discípulo de Cristo, 
detrás de un colaborador ejemplar y gran siervo;
detrás de un verdadero hijo en la fe… está una familia que educa y disciplina en el temor del Señor.

Timoteo era hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego, es decir, su madre era cristiana pero su padre era inconverso (Hechos 16:1). También tenía en su familia a su abuela, quien lo animó a perseverar en la fe (2 Timoteo 1:5).

Aunque fue enseñado desde pequeño en la palabra de Dios, él tuvo que tomar la decisión personal de aceptar la salvación de Cristo, de convertirse al cristianismo y aceptar el llamado a ser un verdadero seguidor de Jesús. Aunque Timoteo creció con un sólido entrenamiento judío en las escrituras, tuvo que prepararse y permitir ser capacitado por alguien mayor.

Probablemente esta decisión la tomó después de la primera visita misionera de Pablo a Listra —ciudad donde se conocieron. Se calcula que Timoteo tenía 20 años de edad y era un joven tan sobresaliente y especial que aún los hermanos de su ciudad hablaban muy bien de él, por lo que Pablo lo escogió para hacerlo su discípulo y llevarlo consigo a sus viajes.

 Además, Timoteo fue un joven obediente, ya que cuando Pablo le pidió ser circuncidado aún siendo adulto, (para los celosos de la ley, la circuncisión era un requisito sumamente indispensable para ser plenamente judío) él estuvo de acuerdo, lo cual refleja su compromiso y disposición con el servicio a Dios.

Pero todas estas cualidades y pasión por las cosas de Dios no surgen de la noche a la mañana. Una persona no nace ungida ni apasionada por Dios, por supuesto que contamos con Su favor y con las promesas que Él ha dado a nuestros padres, sin embargo, tanto niños como jóvenes necesitan ser capacitados, entrenados y educados en el temor de Dios, y en un momento de la vida, tomarán su decisión.

Personalmente creo que la manera en que Timoteo llegó a tener una fe sincera (no fingida) fue por las enseñanzas transmitidas de su madre y su abuela. Seguramente en su casa se hablaba un lenguaje espiritual desde su niñez, sin duda Timoteo fue enseñado desde temprana edad no sólo en los mandatos de Dios sino también en su amor. (2 Timoteo 3:14, 15)

Él llegó a ser un buen ministro de Jesucristo porque desde pequeño fue nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina.
Pero aún más importante es que él escogió continuar en este camino y nunca se apartó. No sólo fue un niño enseñado en las escrituras, sino que fue un joven valiente, disciplinado y esforzado, por eso llegó a convertirse en un verdadero discípulo de Cristo. 

Es verdad que hubo un momento en que Timoteo fue ungido para su ministerio mediante la profecía y la imposición de manos, pero también fue necesario que él se preparara leyendo y estudiando la palabra, enseñándola, esforzándose para ser ejemplo aún a los más viejos, cuidando su conducta, buscando la pureza continuamente, ¡tal vez hasta tuvo que dejar algunas amistades y pasatiempos! De modo que todos a su alrededor se percataban de su progreso. (1 Timoteo 4:12-16)

 Sin duda haber sido criado en la fe cristiana y haber disfrutado de una atmósfera de espiritualidad en la familia fueron ventajas decisivas en la vida de Timoteo, y aunque no tengo más datos sobre la vida de su padre, estoy segura de que Timoteo llegó a ser un ejemplo de fe y un testimonio del amor de Dios para él. 

Aún si tú no fuiste enseñado en la Palabra desde tu niñez, la Escritura inspirada por Dios sigue siendo útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, léela, estúdiala, para que seas un hombre o una mujer de Dios capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien (2Timoteo 3:16, 17 DHH).

Y por último, te dejo un par de consejos que este ilustre personaje nos inspira.

  • Padres: No te olvides de transmitir el legado de tu fe a la siguiente generación.
  • Hijos: Ora para que en tu corazón crezca un anhelo ardiente por las cosas de Dios y le sirvas con pasión. Estudia, prepárate y permítete ser enseñado.
  • Líderes y padres: Capacita, modela, invierte tiempo y estrecha relación con tus discípulos/hijos.
  • Todos: Da buen testimonio a tu familiar inconverso del amor y perdón que has recibido de Dios.