Por Beto Gutiérrez.
A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte: «Eli, Eli,¿lema sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
Mateo 27:46 (NVI)

Jesús después de sufrir toda la humillación, después de ser insultado por los soldados romanos y la gente que estaba presente, después de las múltiples golpizas que le dieron, después de todos los latigazos, después de cargar la cruz… Jesús al estar en la cruz, demostró una emoción que todos los seres humanos experimentamos y que Jesús al ser un hombre, al ser un ser humano de carne y hueso también experimentó y lo expresó.
Como podemos ver, esta palabra que Jesús dijo tiene mucha similitud con lo que dice el Salmo 22 que lo escribió David, y que dice:
«Dios mío, Dios mío,
Salmo 22:1-2 (NVI)
¿por qué me has abandonado?
Lejos estás para salvarme,
lejos de mis palabras de lamento.
2 Dios mío, clamo de día y no me respondes;
clamo de noche y no hallo reposo.»
No se sabe con exactitud si Jesús recitó este salmo completo al momento de estar crucificado, pero así como David puso su confianza en Dios en medio de su desesperación, así también Jesús, que sintió desesperación, sabía que en este momento podría acudir solamente al Padre para poder tener un socorro.
Hoy en día, que estamos viviendo la pandemia del COVID-19, que nos hemos visto forzados a pasar tiempo en casa, sin poder ir a la escuela o a trabajar y sin poder reunirnos como iglesia en la casa del Señor, y por lo cual parece que no hay ninguna buena noticia y parece que todo este tiempo de encierro se va prolongar, e incluso, que hay demasiada incertidumbre, quiero animarlo a que crea que Dios está en control.
Si usted está pasando por situaciones o pensamientos que lo están llevando al borde de la desesperación, quiero decirle que no es malo sentirse así, primeramente porque somos seres humanos, es parte de nuestra naturaleza, estas emociones y sentimientos son parte de nosotros, y quiero recordarle que no está solo, Dios está con usted y conmigo, porque es nuestro Dios todo poderoso y Él es el Buen Pastor que sus ovejas escuchan su voz.
14 »Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 como también mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre. Así que sacrifico mi vida por las ovejas.
Juan 10:14-15
Así como David se sentía abandonado por Dios, él mismo en el siguiente salmo recordaría que el Señor es su pastor y nuestro pastor también.
El Señor es mi pastor, nada me falta;
Salmo 23:1-4
2 en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
3 me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.
4 Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque tú estás a mi lado;
tu vara de pastor me reconforta.
Jesús es Rey y seguirá siendo Rey
Así como David y Jesús en su momento de desesperación acudieron a Dios, ambos demostraron que su confianza estaba puesta solamente en la voluntad de Dios, creyeron que Dios estaba en control en todo momento.
Jesús murió en esa cruz para que nosotros podamos encontrar nueva vida en él. Mostró su gracia y misericordia por la humanidad.
En esa cruz, Jesús nos dio libertad, borró nuestros pecados, nos dio un amor que es eterno y que sobre pasa todo entendimiento, así también en esa cruz Jesús nos dio paz.
Él nos da paz y nosotros encontramos descanso en Jesús, aún en medio de la pandemia, aun en medio de las crisis, aún en medio de la inseguridad. Jesús es Rey.
Y en su palabra en romanos 8:28-39 —uno de mis pasajes favoritos— recordamos que Dios tiene amor por cada uno de nosotros, Y que nada, nada, nada, nos podrá separar de su amor que está en la muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo.
28 Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. 29 Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
31 ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? 36 Así está escrito:«Por tu causa siempre nos llevan a la muerte;
¡nos tratan como a ovejas para el matadero!»37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Dios los bendiga hermanos, esperamos sus comentarios en la parte de abajo y recuerden que estaremos subiendo el día de mañana en nuestro canal de YouTube y en nuestro blog la siguiente palabra: la del tormento físico.
¡Muchas gracias por visitarnos!