Por Ana Elizabeth Martínez

Recientemente me encontré en «Armadillo» —un podcast que Ariel me recomendó y que también mencionó en su blog de la sexta palabra— dos episodios que hablaban del eneagrama. Cuando lo escuché por primera vez, también se me hizo un término raro y desconocido.

Muy atraída por lo que mencionaban Hansen y Rice en los episodios, decidí comprar el libro, que me intrigó aún más por el texto en la contraportada que decía:

«LO QUE NO CONOCES ACERCA DE TI PUEDE DAÑARTE… a ti, a tus relaciones y a la forma en que vives la vida. Además puede mantenerte en un plano superficial con Dios. ¿Quieres aprender a descubrir quién eres y por qué tropiezas una y otra vez con los mismos patrones autodestructivos?»

Creo que este libro llegó en el momento indicado a mi vida, ya que personalmente no la estaba pasando bien y yo culpaba a mi forma de ser. Fue sanador cuando al leer las primeras páginas, encontré que ese libro enseñaba la compasión, primeramente a nosotros mismos y a los demás, ya que, al ser una forma del amor, era capaz de cambiar a la gente.

De lectura amena y con anécdotas divertidas, este libro escrito por Ian Morgan Cron y Suzanne Stabile, retoma el eneagrama, un término que viene del griego ene- nueve, y grama- que se utiliza para describir un dibujo o imagen, y que consiste en nueve tipos de personalidad que se identifican con un número, todos estructurados en un gráfico que parece un tanto diabólico —y que se menciona de manera graciosa en los episodios de «Armadillo».

Este modelo se retoma de la psicología, pero el libro lo encamina a la espiritualidad cristiana. De hecho, cada capítulo contiene una sección de «Transformación espiritual» para cada tipo o número del eneagrama, además de sus características generales, como niños, en las relaciones y en el trabajo.

Es importante enfatizar que el conocimiento que ofrece este libro es —como lo recalcan sus autores— «para brindar aliento a los demás y para ayudarlos a alcanzar su camino hacia la plenitud y hacia Dios».

Al finalizar de leer este libro puedo decir que aprendí a mirarme con compasión y a los demás también, pues todos caminamos en la vida con el peso de nuestro carácter, que nos fue dado por Dios, pero que desafortunadamente las situaciones que hemos vivido lo han dañado y lo han alejado de la imagen que Dios ha puesto de él en nosotros; y que el amor es la respuesta, pues «es la voluntad de dejar a aquellos que amamos ser perfectamente ellos mismos, la resolución de no torcerlos para que encajen con nuestra propia imagen. Si al amarlos no amamos lo que son, sino solo su parecido a nosotros, entonces no los amaos; solo amamos el reflejo de nosotros que vemos en ellos.»

Para finalizar, quiero compartirte una oración que viene al inicio y al final de esta publicación:

Que reconozcas en tu vida la presencia, el poder y la luz de tu alma. Que comprendas que nunca estás solo, que el resplandor y la comunión de tu ala te conecta íntimamente con el ritmo del universo. Que aprendas a respetar tu individualidad y tu particularidad. Que comprendas que la forma de tu alma es única, que te aguarda un destino especial aquí, que detrás de la fachada de tu vida sucede algo hermoso, bueno y eterno. Que aprendas a contemplar tu yo con el mismo júbilo, orgullo y felicidad con que Dios te ve en cada momento.